jueves, 12 de junio de 2014

Diario de una adicta a la tecnología

Me llamo Marta y hace una semana decidí deshacerme de todas las formas de tecnología que me rodearan.
Desde hace 168 horas no cojo un ordenador ni se me ilumina la cara con el brillo de la pantalla, estoy deseosa por contaros toda mi experiejakid, quiero decir, mi experiencia, ¿veis? no se si es porque se me ha olvidado escribir a la velocidad de la luz en mi teclado o porque no quepo en mí por la emoción de volver a tocarlo.
Antes de que comencéis a leerme he de advertidos que he sido una "tecnodependiente". Desde que conocí a la tecnología con esas curvas y esa facilidad que me daba en todo no me he separado de ella.
Cuando tenía 9 años me regalaron por mi comunión un ordenador de mesa y aprendí a usarlo. Pasé de subirme a mi silla del escritorio para alcanzar la enciclopedia más grande que había visto en mi vida a teclear una palabra en el buscador para que en segundos me salieran millones de páginas web llenas de información sobre esta.
Más tarde, cuando comencé a salir con mis amigas mi madre me cedió su antiguo móvil, de tal manera que me pudiera tener localizada siempre, en principio no me gustó la idea de estar constantemente vigilada por mis padres pero no tardé en volverme dependiente, y ellos también, ya no me imaginaba salir sin la opción de llamar a mi madre para preguntarle que tendría para cenar esa noche o rogarle que me dejara 5 minutitos más.
Al ordenador y al móvil se sumaron un portátil y una tablet a lo largo de los años, que en general, hacían las mismas funciones pero cada uno era para un momento diferente, de tal forma que no podía librarme de mis aparatos en ningún momento. Si me iba de viaje, podía estar con la tablet en el coche mientras hablaba con mis amigos por el móvil y cuando se me ocurría levantar la cabeza para descansar me encontraba de frente con las pantallas integradas en el respaldo del coche nuevo en las que se anunciaba una película de dibujos que mi hermano comenzaba a ver. Cuando llegara al hotel tendría el portátil por si entre el desayuno y la playa, la comida y las excursiones me apetecía jugar a algún juego o volver a chatear con mis amigos. 
El cumpleaños del año siguiente vino cargados de regalos, ignoré todos, salvo el Mp3 y el dinero que me permitiría comprarme un ebook, ya no me apetecía seguir coleccionando libros en las baldas clavadas a la pared de mi habitación, ese espacio podría utilizarse para cosas más útiles y al fin y al cabo lo único que hacían era acumular polvo una vez leídos.
Pero me enfadé con mi musa, con la dama que me daba todo lo que quería en cada momento y a una velocidad espeluznante. 
Hace ya 10080 minutos, 7 días que llevo sin tocar ningún medio de comunicación, que decidí divorciarme de ella, fue una dura decisión pero me falló y tenía que hacerlo, tenía que encontrarme a mí misma.
Antes de empezar mi diario le pedí a mi madre que me quitara cualquier tipo de tecnología, refiriéndome a mis bebés, la tablet, el ordenador, el ebook... y que dejara en mi mesa únicamente un boli y un papel.
DÍA 1:
Querido diario, hoy he empezado con fuerzas, pero en cuanto me he dado cuenta que antes de irme al instituto no he podido consultar las novedades de los veinte primeros minutos de día casi se me cae el mundo encima, me he colocado la mochila a la espalda y he salido de mi casa dando un portazo. Cuando he llegado no he podido descansar con la serie que veo por internet así que he tenido que ponerme a estudiar de inmediato. Estoy cansada y aburrida, hoy, por primera vez me voy a acostar a las 22:30.
DÍA 2:
Querido diario, escribo por no llorar. Hoy he recibido una riña enorme de mi profesor de biología, por lo visto, había que entregar un trabajo que yo había olvidado apuntar en la agenda, todos mis compañeros habían estado por la tarde hablando de él por WhatsApp, comentando que habían hecho y ayudándose entre ellos, yo, obviamente, no he recibido ayuda y encima me bajará la nota. 
DÍA 3:
Querido diario, cuento las horas para que se acabe esta tortura. Ayer Carmen salió expulsada del instituto por contestarle a un profesor. Esta mañana todo el mundo lo sabía menos yo, claro. Vivo incomunicada del mundo y cada vez tengo menos temas de conversación con mis amigos, me estoy perdiendo los nuevos capítulos de mi serie y he tardado el triple en hacer el trabajo de biología de lo que hubiera tardado con mi ordenador. Me siento sola.
DÍA 4:
Querido diario, hoy el día ha sido bonito, me he sentado a hablar con mi madre durante horas; mientras nos pintábamos las uñas y nos llenábamos el pelo de trenzas nos ha dado tiempo a hablar de todo; le he contado cosas sobre mis amigas, mi amigo especial, el instituto y los planes que tengo para el futuro, hacía mucho que no me sentía así y realmente lo necesitaba. Esta noche, al meterme en la cama la he echado algo de menos, pero no como siempre, menos.
DÍA 5:
Querido diario, me han dado la nota de biología, un notable, quizás con el ordenador hubiera sacado más nota, el profesor me ha dicho que había información poco actualizada pero que sabe que me he esforzado por utilizar una enciclopedia y que lo valorará. Estoy orgullosa de mí misma, últimamente llevo los deberes más al día, estudio con mayor concentración y tampoco me pierdo mucho de lo que pasa en clase.
DÍA 6:
Mañana recibo de nuevo todos mis aparatos. Tengo ganas de ponerme al día en todo pero me he dado cuenta de que al fin y al cabo, enterarme de las intimidades de otros, consultar dudas o entretenerme son simples detalles que hacen mi vida más completa pero que no completan mi vida. 
Al principio estaba confusa, no encontraba la forma de gastar mi tiempo o de simplemente ser, pero por fin llego pronto a clase por las mañanas ya que me evito distraerme dando los buenos días a todo el mundo. Tengo tiempo para mí, para mis estudios, para centrarme y para mi familia. Ahora disfruto de los libros que se acumularon durante años en mis baldas, puedo olerlos, subrayar las frases que me gustan y doblar las esquinas de las páginas bonitas. He comprendido que mi vida no la hace internet, la hago yo y que los buenos días diarios no se los merecen mis 800 amigos en Facebook, se los merecen mi hermano desayunando a mi lado cada mañana, mi madre que ha sustituido a la alarma del móvil y despertándome ahora con un beso suyo todas las mañanas, las amigas que me escuchan y yo.



1 comentario:

  1. Bueno, se acabó.
    Un blog a veces irregular, pero muy bueno. Lo has trabajado mucho y en algunos artículos has sido muy creativa y original
    Enhorabuena

    ResponderEliminar